lunes, septiembre 18, 2006

TRATADO AUTOCTONO SOBRE MANTRAS, MULAS Y SIMULACION


Primero Fecal y luego Obrador. Ahora tenemos dos futuros presidentes cuyos apodos populares ya hacen pensar que la van a cagar en grande. La idea de un presidente ¨pirata" y uno "legítimo" no fue mia (la publicó primero Germán Dehesa, creo) pero se ve y se siente que la frase combina bien con los lineamientos de ésta, su Gaceta Perjudicial.

Hay algo que no me gusta en un presidente electo a gritos por una convención democrática de más de un millón de delegados "registrados", (La Jornada 17 de septiembre, página 3). A mi no me oyeron gritar desde mi casa. Entre muchas otras cosas de índole diversa, gritaba que no me gusta nada su presidencia "legítima".

El hecho de que no fueran a la plaza, al menos cuarenta millones de mexicanos no más para llegar a la mitad, debería contar para algo. Es decir, algunos de los que no fuimos dijimos algo. Pero de todos modos, no estamos hablando de una pueblito donde una cantidad pequeña de ciudadanos pueden organizar una democracia directa a gritos y sombrerazos.

Lorenzo Meyer se ha visto más moderado que la mayoría de los que apoyan al nuevo presidente. En lugar de los excesos de algunos como Julio Hernández de la Jornada, que parece creer que de veras es posible impedir la presidencia de Calderón, Meyer, con un brillo esperanzado en la mirada, parece ver el nuevo título de presidente como algo de carácter simbólico que va a estar poniéndole obstáculos al gobierno panista. El historiador da la impresión de estar ahora explicando los desvaríos coalicionistas. Desde su punto de vista lo que está surgiendo es un movimiento de izquierda amplio cuyos fines durante el sexenio no son exclusivamente el entronamiento pejelagartesco. Siendo así, puede ser que más gente apoye (apoyemos, humildemente) con reservas o parcialmente a la CND en coyonturas específicas.

Hay entre los rebeldes una figura particularmente interesante y controvertida. Me refiero a la ahora miembro de la comisión para la resistencia civil de la CND, Jesusa Rodríguez. La frase hecha "actores políticos" en su caso permite una asociación mental que se me debería haber hecho obvia. ¡Pues claro que los colegas saltimbanquis y los poderosos se llevan bien! Son especialistas en fingir, y a eso dedican sus vidas enteras. Lo apuntaron Sun Tzu y Maquiavelo hace rato, pero a veces se nos olvida. Esto sería muy divertido si no se tratara de derrocar la "democracia simulada".

El liderazgo de Jesusa nos lleva de la mano al tema de los artistas inmiscuidos profundamente en la acción política. En la historia de México hemos tenido varios ejemplos insignes...sobre todo escritores como Revueltas o Paz, pero también pintores como Rivera y Siqueiros, éste último con ideas revolucionarias estalinistas que en perspectiva a muchos nos parecen totalmente indefendibles. Yo creo que en algunos casos actuales, como el de Francisco Toledo por mencionar quizá el más congruente, hoy los artistas también pueden ser importantes políticamente. Pero también creo que en todo artista hay un resabio de fingimiento, un megalómano en potencia, difícil de controlar...Y si del altruísmo de cualquier persona siempre sospechamos, del altruísmo de un artista hay que tener doble precaución.

Yo no sé qué tanta credibilidad pueda inspirar Jesusa Rodríguez como pensadora política. Si sé que para cultivar un talento como el que ella muestra en su oficio se necesita muchísima inteligencia, disciplina y sobre todo pasión. Pero también creo que esta pasión,--esta fe--que alimenta su creatividad es mucho más fuerte que cualquier argumento lógico. Esto es cierto en su caso y en el de las masas que apoyan al "lider" amarillo. Yo fui personalmente a ver una de las primeras sesiones informativas por el "voto por voto, casilla por casilla". Constaté que el fenómeno Obrador ya daba la razón al mantra de Enrique Krauze, con todo lo que me fastidia ahora admitirlo. Sus seguidores tienen fe en AMLO, lo siguen, efectivamente, como a un mesías, le hacen cánticos que suenan casi religiosos y se apasionan a grados que superan la simple manifestación ciudadana. Más bien se acercan a una situación hipnótica que tiene poco que ver con la verdad, la justicia, la democracia o el futuro real de un país. Es fe tal cual, que en cierto modo tiene su vida propia...y mañana, ya veremos.

Como miembro marginal de la vida cultural de esta sociedad "simulada" creo que no es posible quedarse callado. Yo no comparto esa fe en Obrador ni en la CND. Y en realidad tampoco confío mucho en cualquier izquierda, pero siempre la prefiero al cauce conservador. Enfática y claramente sé que la CND y yo, personalmente, tenemos un enemigo común, y es la chuequísima derecha Panista actual que en lo económico, social y cultural está llevando al país a la ruina.

Creo que Cuauhtémoc Cárdenas fue muy claro al redactar sus razones de por qué no apoyar al movimiento de Obrador en su carta a Poniatowska. Comparto muchas de ellas, no voy a repetir más que el asunto de las alianzas con priístas de reputación francamente deleznable. Lo que quiero decir en mi marginación ideológica (siempre en movimiento y hasta cierto punto renuente a apostar por un estado ideal) es que los "dueños" del país México están muy mal en sus cálculos y provocarán un desastre que tal vez todos los demás podamos evitar con una resistencia ciudadana más enfocada a asuntos específicos y mucho menos dependiente del salvador invencible, ya sea Fox, Peje o cualquier otro populista bananero del siglo 21.

Uno de los mantras que más me atrajo de Obrador es el lema de campaña, "Por el bien de todos, primero los pobres", que dibuja creo yo la estrategia más lógica que podría hacer de nuestra región una más justa y al mismo tiempo más productiva. Es tan clara y precisa que casi llega a no significar mucho porque todos lo sabemos en algún lugar de nuestra mente. No apela exclusivamente al altruísmo. Ni siquiera creo que sea aplicable a una sola postura ideológica. Una derecha nacionalista que no fuera simplemente un saqueo estúpido y sistemático del país también tendría que considerar esta indiscutible prioridad. El capitalismo necesita consumidores con poder de compra, no masas empobrecidas y desempleo como está sucediendo.

Viéndolo más rigurosamente, desde lo que entiendo por izquierda, el lema tiene sus fallas. Notemos que no es: ¨Que ya no haya pobreza", que sería más cercano a un socialismo. Es "Por el bien de todos, primero los pobres." O sea, que de todos modos va a haber pobres. Pero eso si, van a ir primero. Muy católicos. Menos mal que estos genios no dijeron "Por el bien de todos acabemos con los pobres," que sonaría de plano a mega ultra derecha, quizá. Pero en esto de los eslóganes como dijo el Chapulín Colorado, la idea es ésa.

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Y luego para otra ocasión está el espinoso asunto del "cómo", que por ahora parece haberse quedado en un grado bastante peligroso de economía ficción, parafraseando a esa gran mula de seises serena e innombrable.

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